jueves, 19 de enero de 2017

ÁRBOL DE LA VIDA - ÁRBOL DE LAS EMOCIONES


El curso anterior trabajamos un programa de educación emocional en el centro. Este curso consideramos que seguía siendo necesario trabajar en el centro este aspecto fundamental en nuestro desarrollo integral y sobre todo en el de nuestro alumnado.
Haremos énfasis en la autoestima, iniciativa personal y aprender a ser.
Para comenzar el programa nos planteamos  trabajar la autoestima a través de afirmaciones positivas.
Nuestro objetivo mediante este tipo de proyecto  es  favorecer el desarrollo integral de los niños/as, la creatividad, la percepción, la autoestima, además del desarrollo motor y cognitivo.
Combinar la expresión plástica con la inteligencia emocional .

Antes de  dibujar el árbol y que cada niño escogiese su frase afirmativa y motivadora, hemos trabajado unos cuentos adaptados.
Os animamos a que los veáis en casa con vuestros hijos y busquéis información sobre Gustav Klimt.


EL CUENTO DE LAS EMOCIONES.

“Érase una vez una niña de 3 años llamada Celia. A Celia le encantaba la naturaleza, siempre estaba feliz y se llevaba bien con todo aquel que conocía. Todas las mañanas se levantaba muy contenta para ir a la escuela y al llegar al colegio acompañada de su madre, se despedía de ella con un beso y un gran abrazo. A la hora del recreo Celia solía ir a jugar bajo un árbol con su amigo Mario. Un día Mario enfermó y Celia fue sola a aquel árbol. Cuando sonó el timbre/la sirena para que todos los niños/as se colocaran en fila para ir a su clase, Celia estaba profundamente dormida ¡Soñaba, soñaba y soñaba!
En su sueño aparecía un pintor llamado Gustav Klimt, que le mostraba una de sus obras “El árbol de la vida”. Celia sorprendida al ver un árbol tan hermoso, dijo: ¡Eres un artista fabuloso! Y él le contestó: tú también puedes llegar a serlo, todos llevamos un pequeño artista en nuestro interior.
La profesora asustada al ver que Celia no estaba en la fila, fue en su busca. La encontró dormida bajo el árbol y enfadada por el susto, la despertó. Celia triste al ver que su profesora se había enfadado, se disculpó. La profesora mientras abrazaba a la niña, le dijo que no pasaba nada pero que la próxima vez tuviese más cuidado. De camino a clase, Celia muy emocionada le contó su sueño a la seño”.
Al finalizar el cuento plantearemos una serie de preguntas relacionadas con el mismo, algunas de ellas son: ¿Por qué se enfadó la profesora?, ¿Con qué soñó Celia?, ¿Cuándo se acaba el recreo y suena la sirena qué debemos de hacer?




EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIÉN ERA

"Había una vez un hermoso jardín, en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en algún tiempo que podría ser cualquier tiempo, en el que se cultivaban manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos satisfechos y felices. Todo era alegría en el jardín excepto por un solo árbol, profundamente triste. El pobre tenía un problema: no sabía quién era. "No sé quién soy," se lamentaba.

- Lo que te falta es concentración,- le decía el manzano,
- Si realmente lo intentas, podrás tener deliciosas manzanas.
 ¿Ves que fácil es? - Mírame a mí como las produzco.
- No lo escuches,- exigía el rosal.
- Es más sencillo tener rosas y ¿Ves que bellas son?
Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín un pintor fascinado por la belleza del árbol, se llamaba KLIMT, y mientras se fijaba en cada detalle de aquel bello árbol  se dio cuenta de su desesperación y exclamó:

¡No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra!
Es tu enfoque lo que te hace sufrir. "No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo. Conócete a ti mismo y para lograrlo, escucha tu voz interior."

Dicho esto, el pintor siguió con su cuadro y al terminar desapareció.

"¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...? ¡Si yo supiera quién soy...!
- "Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto comprendió...
Cerró los ojos y dejó de oír los sonidos de alrededor y sus propios pensamientos y, por fin, pudo escuchar:
"Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal.
¿Sabes quién eres? Eres un roble y Dios te construyó para que crezcas grande y majestuoso. Que cobijes a las aves, des sombra a los viajeros, belleza al paisaje...
Esta es la misión que Él te dio. Para eso estás en este mundo. Cúmplelo.

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo, se dispuso a ser todo aquello para lo que había sido creado. Así, comenzó a reconocer quién estaba siendo en este mundo: una oferta valiosa. Siendo quien era lo admiraron y respetaron todos. Y sólo entonces el roble comenzó a reconocer todas las virtudes que tenía.

- ¿Sentís que estás siendo quien soñáis SER?
- ¿Estás en contacto con tus verdaderos TALENTOS?
Identificaos con un personaje del cuento. ¿Cómo actuaríais? ¿Por qué?




 EL CUADRO DEL ÁRBOL

En un jardín de matorrales, entre hierbas y maleza, apareció como salido de la nada un hermoso árbol.

Era grande, sus flores pétalos parecían de
terciopelo y el rocío de la mañana brillaba sobre sus hojas como cristales resplandecientes.

El no podía verse, por eso no sabía lo bonito que era.
Comenzó a deprimirse y sus hojas y flores se caían sin saber que a su alrededor todos estaban pendientes de él y de su
perfección: su perfume, su armonía, su sombra,…. 
No se daba
cuenta de que todo el que lo veía tenia elogios hacia él.
Las malas hierbas que lo envolvían estaban fascinadas con su belleza y vivían hechizadas por su aroma y elegancia.

Un día de mucho sol y calor, un pintor llamado Klimt paseaba por el jardín pensando en que poder pintar y en las cosas bonitas nos regala la madre tierra, cuando de pronto lo vió se paró y comenzó a dibujar aquel magnifico árbol que empezaba a marchitarse.

Y así lo hizo. Con todo su amor  pintó  su cuadro y  lo acercó hacia él.

Lo dejaré aquí para que todos lo vean  pensó –. Lo que el pintor no sabía es que   estaba mostrando  a este deprimido árbol un retrato de el mismo
que jamás había llegado a conocer.

-¿Este soy yo? Pensó. Poco a poco sus hojas inclinadas hacia el suelo se  fueron enderezando y miraban de nuevo hacia el sol y así,  lentamente, fue recuperando su estilizada silueta. Cuando ya estuvo totalmente restablecido
vio, que era un hermoso árbol, y pensó: ¡¡Vaya!!
Hasta ahora no me he dado cuenta de quién era, ¿cómo he podido estar tan ciego?
El árbol  descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza. Sin mirarse bien a sí mismo para saber quién era en realidad.
Si quieres saber quién eres de verdad, olvida lo que ves a tú alrededor y mira siempre en tu corazón.








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