Se cree que su nombre se
debe al color anaranjado de los trajes de los mandarines, altos gobernantes de
la antigua China, que apreciaban mucho esta fruta considerándola un manjar
digno de la clase aristocrática.
El mandarino es un árbol,
algo más pequeño y delicado que el naranjo, que pertenece a la familia de las
Rutáceas. Su fruto (hespéride) es la mandarina y tienen la particularidad de
que están distribuidos en gajos y tienen una pulpa formada por vesículas llenas
de un jugo muy aromático. La facilidad de quitar su piel, su pequeño tamaño y
su sabor dulce y aromático convierten a esta fruta en una de las más
apreciadas.
La mandarina proviene de las
zonas tropicales de Asia, en China se cultiva desde hace miles de años. Su
cultivo de extendió por el nordeste de la India donde se hizo famosa por su
dulzura. Su cultivo no se introdujo en Europa hasta el siglo XIX de la mano de
Sir Abraham Hume que llevó el mandarino a Inglaterra. Posteriormente se cultivó
en Malta y de ahí se extendió a todo el Mediterráneo. Las mandarinas también
cruzaron el charco en 1870 de la mano del coronel George L. Dancy,
concretamente a Florida, y de ahí se extendieron por toda América.
La mandarina es el postre
ideal para personas con digestiones complicadas, facilitando el proceso de
digestión en gran medida.
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